lunes, 20 de agosto de 2007

Por fin en casa!!!

Dios, que alivio volver a tu casa, a tu hogar, a ese pequeño espacio en el que puedes liberar esa parte de tí que ocultas al resto del mundo.
Aunque, desgraciadamente, y como ocurre con mucha más gente, ni siquiera puedo ser yo misma en mi propia casa.
¿El motivo? Mi madre.
La quiero, es mi madre y la respeto por haberme dado la vida. Pero cuando conseguí reunir el valor suficiente valor como para contarle ese pequeño gran secreto que much@ tenemos, solo dijo: "Ya hablaremos".
Fue la primera y última vez que hablamos de mi verdadera orientación sexual. No ha vuelto a sacar el tema, y yo no es que lo evite.
Y es que esa pequeña sensación de alivio que me ha dado el decírselo, me ayuda a ser algo más "yo" de lo que era antes, pudiendo ver algún capítulo de "L" sin tener que cambiar de canal en cuanto entra a la habitación, como si estuviese haciendo zapping; o leer uno de esos libros comprados por internet en la cama, a altas horas de la noche...
Sin embargo, sé que no soy la única, incluso soy consciente de que hay gente con una situación aún peor... pero me pone de los nervios no saber si lo acepta o no, si me respeta como soy o tengo que ir haciendo las maletas...




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1 comentario:

Anónimo dijo...

No tengo ni idea de qué es eso de "elegir una identidad" (por lo patético del asunto seguro que ya sabes que soy la negada de tu amiga Kuri que no sabe hacer nada ¬¬). En mi opinión, la mayoría de los padres no consiguen aceptarlo, y pensando que es un capricho o algo pasajero, prefieren olvidarlo y hacer como si la conversación nunca hubiese tenido lugar. Y la cuestión no es que no quieran aceptarlo,sino que no lo entienden. Hay que darles tiempo para que afronten la realidad y asuman la situación. Cuando realmente te importa alguien, debes apoyarlo hasta el final, y más si es tu hija, que cuenta contigo todos los días de su vida. No fuerces las cosas, y seguro que al final lo entiende ^^.