domingo, 25 de diciembre de 2011

Felices fiestas

Navidad.
Felices fiestas.
Feliz año nuevo.
¿Qué es lo primero que se os viene a la cabeza con estas palabras?
Navidad.
Felices fiestas.
Feliz año nuevo.
A mí se me vienen imágenes en familia, la cercana y la viajera; de amigas y amigos y, bueno, también de exámenes que vienen. Perdonarme por ello, la época se acerca.
Pero no quiero hablaros de mis estudios (van bien, gracias por preocuparos). Es más, no quiero hablaros tampoco de navidad. Ya nos bombardean por todas partes con canciones, películas e imágenes navideñas que parecen que nos obligan a ser felices estas fiestas.
A ver, tampoco quiero que penséis que lo que os voy a decir es que, este año, para marcar la diferencia, me voy a coger una depresión de caballo e ir con un palo pegando a todo el que me felicite las fiestas.
Lo que quiero que hagáis es que reflexionéis sobre lo que significa para vosotros la navidad. ¿También incluye familia y amigos? ¿Incluye reunirse con aquellos a quien quieres? ¿Y regalos?
Oh, cuando era peque claro que mi visión de la navidad incluía regalos, y ay de aquél que me dijera que ese año no había. Pero de peques somos así. Regalos significa juguetes y diversión. ¿Y ahora? Ahora dicen que estamos en crisis y nos acribillan a imágenes de árboles de navidad atiborrados de regalos. Y me choca.
Con este texto, lo que vengo a decir, es que, este año, en mi carta a los reyes, sólo pido una cosa. Amor y respeto.
Así que, si queréis regalarme algo, envolved un abrazo y un beso con papel y un lazo y regaládmelo. Pero sólo si lo sentís; si es obligado, no lo quiero.
Felices fiestas y próspero año nuevo.

viernes, 18 de marzo de 2011

4 días

Os dejo algo que tenía por aquí...
AVISO: es...raro...si le encontráis el sentido, comentad. Si no lo hacéis, comentad también!!!



Necesito una verdad.
Necesito una gran verdad en mi vida llena de mentiras.
No es cierto que sea hija única.
No es cierto que tenga tres hermanos.
No es cierto que sea hetero, ni que esté casada desde los veintiuno.
¿Quién soy? Una taxista que te recoge en el aeropuerto y te deja frente a tu portal.
¿Qué soy? Una camarera novata que te tira encima un vaso de coca-cola.
¿Dónde estoy? En tu casa, en la calle, en el maldito psiquiátrico de tu ciudad.
¡Joder! ¡Apaga esa maldita música! ¡Esa puta canción! Intento contarte mi jodida historia y tú con esa puta música que no me deja ni pensar.
Mierda, ¿por dónde iba?
Más ruido, pero esta vez no eres tú. Es la puerta, el timbre.
No quiero levantarme, no quiero abrir, ya sé quién es.
Soy yo.
Sí, abro y ahí estoy, mirándome con los ojos abiertos como platos.
Lo recuerdo, recuerdo como me hago pasar, como me pregunto quién soy, por qué me parezco tanto a mí.
Y yo no respondo, no.
Avanzo hacia la mesa, hacia la caja cerrada con una pegatina de Doraemon. La cojo y me la doy.
- Lo sabrás todo a su debido tiempo. Sálvame, sálvate -me digo.
Y me voy, abandono esa casa sin tan siquiera coger las llaves, sin tan siquiera cerrar, corriendo hacia ese puente que tantas veces he visto en sueños, que tantas veces he cruzado.
Entonces saco una pistola, la misma que saqué de esa caja cerrada con una pegatina de Doraemon que me dí a mí misma hace cuatro días.
La cojo con fuerza, suspiro y aprieto el gatillo.
Así que ahí estoy, en medio de esa habitación, con esa caja, sin entender nada.
¿Qué coño pasa?

The beginning of the end