lunes, 2 de junio de 2008

Yo

Mis lágrimas caen, estrellándose contra el frío suelo, el mismo sobre el que estoy tirada.
Mis manos se aferran a mi dolorido corazón.
Odio... Me odio a mí misma por volver a caer, por volver a tropezar en la misma piedra.
Todo iba tan bien, tan seguro, y en un sólo segundo vuelves mi vida del revés.
Intento quitarme ese puñal que tengo hundido en el pecho; pero no llego y mi angustia se vuelve desesperación.
Tras la ventana, sólo lluvia, como si el cielo acompañase mi estado de ánimo. El mismo que tú me has impuesto.
Y lloro de dolor, de rabia e impotencia porque sé que mi vida está en tus manos, que siempre ha estado allí. De la misma forma que sé, aunque no lo quiera reconocer, que mi corazón siempre te ha pertenecido.
Mil veces maldigo el día en que te conocí.
Mil máscaras debo usar para que nadie vea las lágrimas que surcan mis mejillas.
Mil golpes me doy contra ese muro que rodea este amor imposible que me daña a cada segundo que paso a tu lado.
Intento mantenerme lejos, pero parece como si todos los caminos que tomase, todas las bifurcaciones que hubiese me condujesen a tí.
¿Por qué?
¿Me lo puedes explicar?
¿Por qué demonios te quiero tanto?
¿Por qué ostias dejaste que me enamorase de tí de esta manera?
¿Es que acaso te gusta verme sufrir? ¿Picarme para verme siempre a tus pies?
Te odio por no poder odiarte.
Te maldigo por ser mi diosa.
Y te deseo con lo más profundo del alma.

No hay comentarios: